jueves, 7 de enero de 2010

7:10


La simulación de nuestra existencia
alcanzará su fin en la mismisima locura.
Aquella que nos impuso el pensamiento.
Abordamos falsedades en forma de ideas,
para apretar el cuello de la irracionalidad,
cayendo así en la decencia.
Reprimimos los instintos y nos transformamos
-sin duda alguna-
en una pieza más.
Usados, gastados y cansados nos dejamos ir.
Insatisfechos merodeamos una y otra vez,
como si eso pudiera llegar a salvarnos,
al contrario...
Nos arrastra aún más.
Ni un salvavidas de sentimientos,
tampoco una fuerte mano extendida.
Olas de inseguridad.

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