miércoles, 24 de marzo de 2010




Las gotas que guardó el árbol dónde nos refugiábamos
se reposaron tranquilamente sobre tu pelo,
y eso me gustaba.
Es raro, pero te ves tan feliz los días de lluvia;
rodeado del aroma a tierra mojada,
chapoteando en espejos que reflejan lo que no pudiste
-más bien, jamás intentaste-
aunque también aturdido por el miedo a que los destellos caigan sobre tus pies.
Parece que hoy el sol no va a salir, pero...
¿Con vos quién lo necesita?

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